Necesito sanar mi alma.

Observar, perdonar y soltar.

Estoy en un presente de agradecimiento y amor, despertando mi mente y mi alma de un sopor de más de 60 años, durante los cuales hubo muchísimos momentos de felicidad, y más de profundo sufrimiento, sintiéndome víctima.

Años de mucho aprender y mucha soledad. Supe asimilar lo bueno y lo malo, algo hacía mucho ruido muy profundo en mi inconsciente.

Afortunadamente sentí que la cosa iba por el camino que me marcaron, y conscientemente elegí seguirlo, aunque con mucha rebeldía interior.

Pero… qué está bien o mal, y para quién?

La teoría no siempre se condice con la realidad… y nadie me acompañó a descubrir los grises… No todo era blanco o negro…

Hoy, poniendo todo en perspectiva sé que, si no me acompañaron fue porque no sabían cómo, ni en qué, porque ellos también recorrieron su camino a los tropezones. Y a pesar de todo llegaron a buen puerto. Eran de pura buena madera. Ella dejando la escuela a los ocho o nueve años para trabajar y ayudar a su mamá que había quedado viuda con nueve hijas. Él que había perdido a su madre de bebé, dejó la escuela en tercer grado, también por la necesidad de trabajar; siendo chico, una vez fue a la iglesia a buscar un vestido para quién lo crió y consideraba su mamá, aunque también lo dejó siendo aún muy joven.

A pesar de sus no tan felices infancias, un día se encontraron y decidieron recorrer juntos su camino, el que compartieron por más de cincuenta años. Camino que sembraron con su amor, trabajo y muchos sacrificios, en su enorme esfuerzo por darnos lo mejor.

Hoy que puedo verlo, contemplo su retrato con amor y agradecimiento. Y en este acto, le pido perdón a Dios por mis rencores y actitudes para con ellos en el pasado, y le doy gracias por haberme permitido manifestarles mi amor antes de sus respectivos viajes.

Este es mi último acto de reflexión sobre esta parte de mi pasado. Lo ofrezco y lo suelto.

Estoy en paz.

 

Miriam Venezia

22/04/22

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Pintarte quiero

Carta a Poste Restante.

La Empatía.