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Mostrando las entradas de diciembre, 2023

¡Les comparto mis deseos!!

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¡Te abrazo y te acompaño!! Miriam Venezia  Diciembre 2023  

Las letras y yo

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Mi trabajo era muy gratificante, en realidad era un servicio; entrevistaba y atendía a muchas personas cada día, desde hacía muchos años. A lo largo de mi paso por la institución aprendí y desarrollé distintos roles, según la época y los requerimientos. Mi gran curiosidad hizo que, cada tarea dejara en mí un gran aprendizaje, ya sea por la instrucción y el hacer, como por mis constantes cuestionamientos para saber siempre un poco más. Eso fue forjando mi destreza y compromiso en mi intención de tratar de hacer una diferencia; aunque no todos lo interpretaron de esa manera. Aproveché cuanta oportunidad se presentó para participar en cursos y jornadas de especialización. Estoy muy conforme y agradecida con la experiencia adquirida, sobre todo para mi patrimonio personal. No podía imaginarme en otro tipo de tareas. Conforme pasaba el tiempo, un pensamiento comenzó a rondar mi mente, hasta que se instaló definitivamente:    -“¿qué voy a hacer cuando tenga que dejar de trabaja

Incomprensión

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   L a mansión es enorme y el parque que la rodea parece dibujado con distintos tonos de verde, algunos más cálidos que otros, y todos muy brillantes. Está rodeada de una hermosa arboleda y plantas podadas con distintas formas, algunas parecen sillones o grandes tinajas. Los altos ligustros que flanquean el camino, parecen columnas que conducen a la reja de entrada. Cerca vivía ella, como en un bajo. La entrada al barrio era diminuta, de calles sinuosas, profundas y oscuras. A pesar de su corta edad, entendía muy bien las enseñanzas de sus mayores y, entre otras cosas, aprendió que no debía salir sola; y en realidad era innecesario, ya que tenía una gran familia. No sé si su comunidad era la más próspera, pero sí numerosa, estable, y muy trabajadora, siempre tenían lo suficiente y un poco más, acorde a su modo de vida. Ella también aprendió sobre el orden, el respeto y la cultura del trabajo. Me encanta observarla saliendo, siempre acompañada, a cumplir y aprender sus obligac

El tiempo y los recuerdos.

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Llegamos a destino. No puedo esperar a que el tren detenga su pesada marcha para bajar. Sin más, salto y corro por el andén buscando la salida y antes de llegar, lo veo, me levanta en el aire y nos abrazamos fuerte fuerte. Volvemos para encontrar a mi mamá y a mi hermana y repartirnos los petates que trajimos de Buenos Aires. Frente a la estación estaba la camioneta de color verde claro, y en la caja, asomaban unas bolsas, junto a las que, también, fue a parar nuestro equipaje. El tío había aprovechado a comprar mercadería para, por lo menos, una semana. Subimos y, por supuesto, como era la más chica, iba sentada en la falda de mamá. Eso me encantaba, ya que iba al lado de la ventanilla y ella me abrazaba todo el camino, y así quedaba más alta y podía mirar todo.   Salimos por la avenida del centro, pasando por todos los comercios, el banco, la municipalidad frente a la plaza y, en la calle que bordeaba, cruzando la avenida principal por la que íbamos, se veía la Iglesia ma