Irrealidad
Y aquí estoy, aquí quedé y te miro, inmóvil y correcto, sin reclamos ni reproches.
Y me pregunto: “¿sabrás qué siento?, ¿te cuestionarás, acaso,
que puedo sentir algo?”.
Te veo dar media vuelta e irte sin mirar atrás, alegre y
relajada.
Se siente que me has abandonado, peor, que me has olvidado
oculto tras el derrumbe de tu historia.
No tengo noción de cuánto tiempo ha pasado, siento que es
mucho...
Mas aquí estoy, contemplando tu nueva realidad, y observando
con estupefacción, que he sido reemplazado por otro, más joven quizá, y con la
indiscutible posibilidad de acompañarte, de tener la habilidad de acercarte más
a eso que te apasiona.
No tengo noción de cuánto tiempo ha pasado,
siento que es mucho...
Sumido en mi profunda elucubración comienzo a darme cuenta
de que su talento es limitado, hay algo que no puede darte; y ¿sabés qué?, seré
paciente; cuando quieras mirar al futuro y planees llegar más allá, recordarás
nuestras caminatas, los viajes compartidos, o simplemente contemplar el paisaje
a través del ventanal.
Entonces, estoy seguro de que volverás a buscarme.
No tengo noción de cuánto tiempo ha pasado, siento que es
mucho...
De pronto escucho a tu madre diciéndote: “la comida está
lista”, y te veo acudir despreocupada a su encuentro.
¡Vaya! ... pero... ¡¿qué te sucede?!... ¿también lo dejaste?
¡Estoy confundido! Y me pregunto: ¿cuál es el valor de tu sensibilidad?
Quizá, él sienta lo mismo que yo.
Ahora parece que, más que un rival en competencia, tendré un
aliado para compartir estados de ánimo.
No tenemos noción de cuánto tiempo ha pasado, sentimos que
es mucho...
Nos conmueve, con asombro y cierto alivio, volver a verte; y
se renuevan nuestras esperanzas...
De pronto, y con
mucha alegría te escuchamos decir:
“Mamá, ¿viste dónde dejé mis anteojos?”
Miriam Venezia
30/05/2023
Comentarios
Publicar un comentario
¿Te gustó? Te leo