Hora de despertar
Pasá que te cuento - Miriam Venezia (Marca Registrada)
Es hora de levantarse. Está agradecida y feliz después de un sueño reparador, acompañado por el monótono sonido de la lluvia sobre las chapas del techo.
Se mira, sonríe y se dice
que será un gran día.
Amaneció gris y hace
frío.
Prepara el desayuno y la
despierta temprano, para que llegue tranquila a su trabajo; casi con la misma
rutina desde que era chica y la llevaba al colegio.
Cuando se queda sola en
casa, se ocupa de los quehaceres y el almuerzo. Sólo un plato en la mesa y el
habitual programa en la televisión. Luego, lavar los cacharros, limpiar la
cocina y la siesta.
La estufa, encendida un
rato antes, y una manta calentita, completan el cómodo y acompasado movimiento
del sillón, que acompañan la espera hasta su regreso, hora de mate y charla.
De vez en cuando la
visita de algún amigo.
Al rato, preparar la
cena, un café de sobremesa y acostarse, no muy tarde, para reponer fuerzas y
recomenzar la rutina al día siguiente, que es interrumpida, por suerte, los
fines de semana.
Lo que jamás se
interrumpe es el momento de mirarse, feliz y agradecida, para decirse que todo
estará bien.
Pasa el frío, las plantas
florecen, el sol abruma, se caen las hojas...
Siente el beso cariñoso
que le da antes de irse a trabajar.
Es hora de levantarse,
con su infaltable entusiasmo por la vida y agradecida por un nuevo día.
Como siempre, antes de
llegar a la cocina, pasa, se mira, y toma su tiempo, que la sorprende con la
advertencia de que su cabello está cambiando de color. Sonríe y se promete un
hermoso día.
Al llegar encuentra todo
en orden y el desayuno listo.
Toma el termo y el mate
que se encuentran en la mesa junto al sillón, que la espera con una manta
calentita cerca de la estufa, encendida un rato antes.
Pasa el frío, el jardín
se llena de flores, después un calor sofocante...
Siente el beso cariñoso
en su mejilla.
Es hora de levantarse,
pero le cuesta bastante.
En su mente se mira,
observa la nieve que el tiempo dejó en su cabello, sonríe feliz y agradecida.
Al abrir los ojos, la
encuentra a su lado, esperándola para compartir el desayuno.
El entorno es un poco
diferente, pero se percibe bastante confortable y, regularmente, alguien con
gesto amable le pregunta si está cómoda.
Hay un poco más de tiempo
para conversar, a pesar de las visitas que, por la tarde, son un poco más
frecuentes.
Se siente un poco cansada
y se dispone a dormir, y experimenta un profundo y reparador descanso.
Es tiempo de despertar y,
como siempre está contenta y agradecida; y se siente vital y ligera.
El entorno es diferente,
no tan agradable, quizá.
Supone que es fin de
semana, ya que ella aún duerme; alguien la despierta y la rodean y la
abrazan... es un poco extraño, hay mucha gente, incluso varios que no conoce.
Intenta hablarle, pero no
la escucha...
La contempla un momento, sonríe, y en su
sentimiento le dedica un abrazo con todo su amor, y con mucha paz, como un "hasta luego" le dice:
- “el día es luminoso y
voy a dar un paseo...”.
Miriam Venezia
09/06/2023
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