La brillante luz de la luna.
Es de noche, hay silencio
y una luna llena que invita a la contemplación. Camino y pierdo noción de lugar
y tiempo. Los pensamientos me llevan a un sitio oscuro, como cueva, que parece
impenetrable.
Lejos
de asustarme, mi avidez por conocer y explorar, hacen que se sienta como un
desafío, y como estoy convencida de que siempre se puede un poco más, lo acepto,
agradecida a ÉL, que siempre me lleva de la mano.
Hago
que mi paso sea lento y cauteloso.
Me
sumerjo como en un túnel que, no sólo es oscuro, sino que, se hace cada vez más
profundo. Algo, como un muro infranqueable, interrumpe mi avance, y a pesar de la
escasa visibilidad, descubro un sendero a mi derecha. Las paredes son muy
altas, se estrechan un poco y se sienten rugosas. Sorprendentemente el piso es
mullido pero firme. De pronto, casi choco otra, que se interpone bordeando otro
caminito que se abre, esta vez, a ambos lados; elijo dirigirme hacia la
izquierda.
Vienen,
como flashes a mi mente, esa luna filtrando su plateada luz entre los árboles
del parque, que rodeaban la casa de mis tíos y nos permitía jugar a las
escondidas durante las vacaciones en el campo; los pozos en la arena de la
playa buscando almejas; los viajes en tren; mi hermana y yo, jugando en la caja
del camión de papá camino a Trenque Lauquen.
Una
luz, la busco, y a medida que me acerco, el hermoso niño que la sostiene, me
indica la dirección a seguir.
La
sensación es grata, veo a mi hermana, primos y amigos alrededor de la gran fogata
armada en medio de la calle, sosteniendo en la punta de una vara un trozo de pan
que, tostado en ese fuego, comeremos juntos.
El
camino vuelve a oscurecerse, miro hacia atrás buscando la luz, y ya no veo su
cabello lacio, su flequillo y su sonrisa.
Sigo
dando vueltas y diviso un claro. Cuando llego era como un círculo iluminado por
la noche y en el centro un banco antiguo, como los de la plaza de mi infancia,
su asiento de piedra, sostenido por un par de patas anchas y fuertes.
Me
siento y observo el entorno... ¡Claro!!... Estuve recorriendo un laberinto de
árboles y ligustros suficientemente altos como para impedir la plenitud de la
hermosa luz de la luna de esta noche.
¡Me
recuesto en el banco, y contemplo lo que yo llamo una noche transparente!! Esas
de cielo despejado y con estrellas que, sumado a la luz de la luna llena lo
hacen ver de un precioso azul, ese azul noche que me encanta y disfruto tanto.
Una
luz intensa y cálida se siente agradable en mi cara; abro los ojos. Casi en el
mismo acto, escucho los pasos de mamá y su amorosa voz ...
¡Otra
vez te quedaste dormida en el sillón!!
Miriam Venezia
13/09/2023
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