La mujer de la colina

Había una vez una mujer que vivía en una pequeña casa en lo alto de una colina.

De vez en cuando bajaba a buscar comida y todo lo necesario para vivir.

Aquella casa era su palacio y refugio, todo lo que había en su reino.

Su familia estaba lejos y se comunicaban con ella de vez en cuando.

Disfrutó de su ambiente de "soledad" y dedicó su tiempo a realizar su proyecto: "escuchar y transmitir".

Eso le dio mucha satisfacción y se sintió agradecida de poder cumplir su propósito.

Todas las mañanas pasaba un hombre al que veía por su ventana. De alguna manera sabía que ella lo estaba mirando.

Era una situación que la intrigaba y la vivía con cierto placer, ya que se sentía acompañada más allá de su "estar sola".

Un día se asomó.

Al verla sonrió, y... Su paso por la casa se hizo más frecuente.

Se sintió inquieta e invadida por una sensación cálida y reconfortante.

A la mañana siguiente ella lo saludó, y fue correspondida...

Pasó el verano...

Se detuvo para saludarla, pero hacía demasiado frío para dejar el calor de su hogar y salir a su encuentro…

Un día se detuvo, como esperándola; ella lo vio por la ventana, hasta que él se fue.

Llegaron las lluvias y, aun así, él regresó, la saludó y la esperó… ella al mirarlo notó un dejo de tristeza en su gesto, más allá de su apariencia… estaba empapado.

Fue entonces cuando se emocionó y abrió su puerta.

La casa pareció iluminarse y ella se sintió agradecida por la oportunidad de albergarlo, de conocerlo; tenía la sensación de que él la había acompañado toda su vida.

Sus encuentros se hicieron cada vez más frecuentes y hubo tal entendimiento que decidió seguirlo el resto del camino. El amor iba creciendo y también la convivencia.

Empezó a tener una vida social mucho más activa y gratificante, y a su proyecto se sumó "acompañar".

Se hicieron inseparables, viajaron juntos y su relación era tal que, para todos los que tocaban sus vidas, se hacía inevitable distinguir su amor...

Así pasó el tiempo.

Ella sintió que se acercaba su atardecer y lejos de sentirse triste, agradeció ese amor en su vida.

Él le ofreció un último viaje, el cual ella aceptó felizmente...

Y cuando le preguntó qué debía llevar, Él, con mucho amor, le dijo:

"Tu alma y tu gran bagaje de experiencias...eso es todo lo que necesitas."


 





Miriam Venecia

16/07/2022

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