Sol en nuestra vida

Pasá que te cuento - Miriam Venezia (Marca Registrada)

Un rayo de sol se cuela por una hendija.

Por descuido, la persiana del dormitorio quedó mal cerrada.

Se posó en mis ojos, “es temprano para levantarse” pensé.

Lo comprobé al mirar el reloj que sonaría al rato.

Lo primero, como siempre, poner la pava en el fuego.

Preparar el mate intentando sorprenderlo al despertar.

Su amplia sonrisa llena mi alma de alegría y esperanza.

El beso y abrazo compartido, de amor.

Es maravilloso comenzar el día sintiendo que todo estará bien.

La mañana transcurre tranquila entre quehaceres y charlas.

Después del almuerzo, cada uno se dispone a encarar su tarea.

Con el ambo recién planchado, se despide y se encamina a cubrir una guardia que, con suerte, será muy movida.

Otras veces, además, se tornará muy exigente, no sólo de sus habilidades académicas, sino de todo su ser empático y compasivo.

Termino de cambiarme, cierro la puerta y me dirijo a encarar a las personas que, generalmente enojadas e intolerantes, llegan a la oficina de reclamos.

El trabajo es demandante y requiere, no sólo de mis habilidades académicas, sino de toda mi empatía y paciencia.


Cuando se va terminando la jornada, recuerdo que quedan pocas provisiones, por lo tanto tendré que pasar por el supermercado.

Llego a casa con un resto de energía, suficiente para preparar algo sencillo para comer.                                    

Mientras el horno hace su magia a fuego lento, me dispongo a tomar una ducha refrescante y relajante de las tensiones de todo el día.

Lo mismo hará al llegar y poder al fin quitarse el ambo, no sin antes abrazarnos con un cálido beso de bienvenida.

Destapo una botella de vino y sirvo dos copas, que compartimos mientras busco una fuente y él retira la comida del horno.                                                                       Nos disponemos a una cena tranquila compartiendo las experiencias de la jornada laboral y proyectando nuestro fin de semana.

Él pone lo mejor de sí para calmar la angustia de una mamá primeriza y el llanto de su bebé; yo hago lo propio para solucionar inconvenientes, bajar los decibeles y hasta lograr quizá una sonrisa en las personas que acuden a mí con sus preocupaciones.

Es curioso tener trabajos tan distintos con requerimientos similares para poder llevarlas a cabo con eficiencia, y obtener los mejores posibles resultados.

Llegamos a la conclusión de que en todo ámbito debe ser parecido si el objetivo es el servicio y la empatía con los demás.

Terminada la cena, compartimos tareas para dejar la cocina ordenada.

Nos dirigimos a la habitación, ya estamos bastante cansados.

El día fue largo, trabajoso pero muy satisfactorio para ambos.

El quitarnos la ropa se ha convertido en una diversión.

Ya con los pijamas puestos, nos espera el mullido abrazo.

Las sábanas son suaves y acarician nuestros mejores sueños.

Antes de dormir, el televisor nos informa las noticias.

Los sucesos a nuestro alrededor, contribuyen a sentirnos muy agradecidos.

La pantalla se apagará después de transcurridos noventa minutos.

Más de una vez, no llegamos despiertos hasta ese momento.

No termino de conciliar el sueño, aunque no quiero levantarme.

Mas, no podré descansar sin cerrar del todo la persiana.

Miriam Venezia

26/10/2024


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