Lo que siento hoy

Pasá que te cuento - Miriam Venezia (Marca y Logo Registrados)

Hoy desperté sintiendo que quiero decir algo respecto al “compromiso” y de cómo, a veces, la confianza es una excusa para no cumplirlo.

Sé que cada uno es un ser diferente y único y, en consecuencia, su verdad, conceptos y creencias también lo son.

Hace un par de años, invité a una amiga, con anticipación, a un evento que para mí era muy importante. Su primera respuesta fue “si”, y agregó, “si no surge alguna otra cosa”.

Y aquí hago un paréntesis considerando que, si lo que surge es algo imprevisto o grave, sobreentiendo que lo atenderá antes que a mí.

Me refiero a las situaciones donde no hay un compromiso previo.

Luego de un rato, donde continuó nuestra conversación, sentí que tenía que preguntarle, “¿qué sucede para que no puedas hacer este compromiso conmigo?”, y lo dejamos así, confiando en que lo pensaría antes de dar una respuesta.

Siento que los valores como éste se fueron diluyendo, relajando, y mi evolución al respecto se quedó en la época en que los aprendí.

La palabra es la voz del compromiso, es el compromiso. Antes, no se firmaban acuerdos, bastaba la palabra y un apretón de manos.

Sí, lo sé, sé que muchos pensaran, “¡qué antigua!”, y en esto… puede ser. A lo largo de la vida y los aprendizajes he podido darme cuenta de que puedo elegir. Y como cada uno es libre y completo, independientemente de lo que digan, crean o piensen los demás, elijo qué valores, actitudes y creencias quiero sostener.

Eso no me hace mejor ni peor, sí alguien que intenta sostener una coherencia.

La semana pasada un amigo me dijo “mañana paso por tu casa”, lo esperé acomodando mis horarios para estar libre para él.

No pudo venir, y en la confianza, da por sentado que lo entiendo, y así es. Entiendo que es una persona que, como todas, es diferente a mí, y que tiene su manera, aunque no elijo que sea la mía.

¿Dejo de quererla y ser su amiga por esto?

Definitivamente NO.

Si dejara a un lado a alguien por incumplir mis expectativas, dejaría de ser una verdadera amistad.

Cuando quiero de verdad a alguien, lo acepto como es, independientemente de sus maneras y creencias, sabiendo que siempre tendremos la oportunidad de hacer acuerdos de convivencia. Podremos compartir cómo se siente cada uno con las actitudes del otro y estableciendo pautas que contribuyan al crecimiento de una amistad que nos haga sentir la confianza de ser nosotros mismos y crecer en lo personal con alguien que comparta nuestros logros y pueda llorar o estar en silencio a nuestro lado.

El día anterior a la mateada con uno de mis amigos, otro, que no tiene mucha relación con éste, propuso algo muy divertido.

Propuse al primero que me acompañara al evento surgido; me dijo que no podía porque luego del nuestro, tenía otro encuentro.

Lo conversamos y todas las partes estuvieron de acuerdo.

Conclusión, mateamos un poco más temprano y él cumplió luego con su compromiso y yo, aunque un poquito más tarde, pude asistir al otro evento.

Sostengo que si, cada uno se hace cargo de lo que le corresponde, todo puede acomodarse con una sincera conversación.

Y aquí surgen otros temas para desmenuzar: Hacerse cargo, ser coherente con lo que decimos y hacemos, saber que tenemos derecho a elegir y expresar lo que queremos, respetar las decisiones de los demás, y otros.

Mas eso es tela para otro saco, y que cada uno se ponga el que le quepa.

¿Se dieron cuenta de que, ante otras posibilidades que surgen, lo primero que dejamos de lado, y a veces sin aviso, es a las personas que más nos quieren y aceptan, con la convicción de que, total, siempre están ahí?

¿Alguna vez nos detuvimos a considerar sus tiempos, sus ilusiones o expectativas respecto a la relación?

¿Será que con los amigos y parientes damos por sentado algunas cosas?

Esto es una invitación a que nos replanteemos nuestras actitudes y cómo influimos en los demás.

¡No siempre estarán allí! 

¡Gracias!!

 

Miriam Venezia

01/03/2025



 

 


Comentarios

Entradas más populares de este blog

La Empatía.

De dónde vengo

POEMARIO