Una manera de contar su historia

Pasá que te cuento - Miriam Venezia®

Era delgada, sobria, y tenía tantos años como caminos recorridos. Guardaba una gran historia compuesta de muchas historias.

Iba de aquí para allá junto a Lidia, quien la llevaba a todos lados.

La acompañaba a la oficina y luego a la facultad tratando de colaborar con sus tareas.

Capaz de guardar todas sus experiencias y secretos con gran fidelidad; habían construido una hermandad que superaba otras relaciones pensables.

Ese día, Lidia estaba más tensa, se la veía apesadumbrada.

Intentó contactar a su jefe para avisarle que no podría ir a la oficina, mas apenas pudo saludarlo cuando la interrumpió agradeciendo ansiosamente que se hubiera comunicado tan temprano, necesitaba pedirle que se presentara lo antes posible. Respiró hondo y así lo hizo, relegando su estado de ánimo con bastante dificultad. Afortunadamente, pudo resolver la urgencia que afectaba su área de competencia, que en realidad no era tal, mas sirvió para no quedarse sumergida en su tristeza, necesitaba compartirla con alguien más. Todos estaban demasiado sumergidos en sus trabajos.

Más tarde, cuando llegó al aula magna donde tendrían una clase magistral, se ubicó junto a su compañera, quien haciendo caso omiso al intento de Lidia por compartirle su angustia, la animó a poner toda su atención en esa clase, que sería muy importante para el desarrollo de sus carreras.

Al llegar a su casa encontró la mesa preparada y una cariñosa nota de su mamá explicando que unos amigos los habían invitado a cenar. Parecía que todo se confabulaba para tener que rumiar su proceso en soledad.

Sin siquiera considerar la cena, Lidia se dirigió rápidamente a su habitación y comenzó a escribir:

“Querido diario, hoy he recibido una noticia muy triste. Mi querida amiga de tantos años, Estela, se ha ido después de transitar una enfermedad que la asustaba mucho. A pesar de eso no quiso que la visitara en sus últimos días. No pude estar con ella más allá de alguna llamada que amablemente aceptaba.

Son los primeros con quienes puedo compartir esta profunda tristeza”.

Repasó sus letras una y otra vez, y de a poco, la angustia de Lidia fue dejando paso a la calidez de los recuerdos por tantas cosas vividas con su amiga.

El abrazo y sus manos volvieron a sentirse relajados a medida que me deslizaba suavemente sobre el papel.

 

Miriam Venezia

13/05/2025



 


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