Volver a elegir
En definitiva,
siempre se acuesta muy tarde y al día siguiente le cuesta mucho levantarse
temprano para ir a trabajar.
Si bien es
responsable con los horarios y sus tareas, no lo es tanto con su persona.
Duerme poco y en horarios diversos;
por momentos la
monotonía en la oficina le trae no deseados estados de modorra y cansancio, que
supera gracias a su juventud y al café, aunque con bastante esfuerzo.
Con un atisbo de
madurez que comienza a instalarse en el grupo, los encuentros comienzan a
ralearse.
Pedro,
afortunadamente no es la excepción y experimenta un profundo cuestionamiento
que da inicio a una nueva etapa de reordenamiento en su vida. En medio de sus
pensamientos asume que es tiempo de desempolvar la estantería y reubicar las que
ahora siente como prioridades.
Es un poco más
trabajoso cuando su desarrollo estuvo regido más por las costumbres que por las
elecciones. Y no es menos cierto que, cuando comienza a elegir y se enfoca en
nuevos objetivos, la satisfacción es el combustible que lo impulsa a seguir.
Es un chico
inteligente y conociéndose, se organizó para comenzar de a poco.
Lo primero fue
ordenar sus horarios de comidas y descanso, y al tiempo se convirtieron en
hábitos.
Se dio cuenta de
que, una vez iniciado el proceso, no se detendría, y fue por más.
Los encuentros con
sus amigos se acomodaron en el fin de semana, salvo fechas especiales, por
supuesto. Y como todos estaban en procesos similares, el reordenamiento fue
como en conjunto, fue fluyendo naturalmente.
A la salida del
trabajo tomó la costumbre de volver caminando.
Su capacidad de
asombro se acrecentó al darse cuenta de las muchas cosas en las que nunca había
reparado.
Una tarde, lo
detuvo una mirada verde, brillante y de alguna manera inquisidora. Entró en la
veterinaria y allí lo vio frente a frente y le fascinó su pecho y patitas
blancos, su cabecita y lomo veteados en distintos tonos de naranja y su hocico
y orejitas rosados.
Creo que fue una
mutua elección.
Casi sin pensarlo,
se encontró entrando en su casa con su pequeño gato, quien comenzó a recorrer y
reconocer todos los ambientes.
Con la convivencia
y su interés por conocer más profundamente a Oliver, entendió que fue él quien
lo eligió primero y se convertiría en el dueño de casa.
Se sintió feliz
aceptando la felina influencia, tenía otro ser de quien hacerse cargo además de
sí mismo.
Sus amigos y
familiares fueron, de a poco, instruidos en el trato hacia su nuevo amigo,
quien al principio desaparecía ante la presencia de las visitas y luego, con
cierta cautela, permitía ser tomado o acariciado por cada uno en la medida de
su preferencia.
Pedro fue aceptando
la gran influencia que Oliver ejercía sobre él.
Y en este ejercicio
de crecer y hacerse cargo, aprendió que hay muchas y constantes influencias
avasallantes en la vida de los seres humanos. Y decidió que las que conservara,
sería por elección, ya sea por utilidad o conveniencia.
Y volvió a elegir a
Oliver, aunque no por los mismos motivos sino por su calidez y amor
incondicional.
Miriam Venezia
18/07/2025
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