Todo tiempo es bueno para reinventarse

Pasá que te cuento - Miriam Venezia®

Era un hombre sombrío, desilusionado, enojado con la vida misma por no haber podido construir una propia sin requerir la aprobación de alguien más.

Es curioso e inteligente, un poco rebelde e inadaptado con respecto a su generación.

Ya desde niño parecía tener una incipiente madurez y empatía un poco más avanzada que las de sus compañeros, sobre todo en lo referido a las relaciones humanas. No tenía conciencia de eso.

Intuitivamente sabía qué era lo correcto y sentía compasión por aquellos que eran víctimas de algunas bromas que se perpetraban por diversión en la escuela, de las que, por supuesto, no participaba.

Cuando estaba en tercer grado, un compañero denunció a otro por una travesura. El resto se enojó mucho y antes de terminar la jornada lo juzgó y sentenció al vacío, iba a ser ignorado durante el día siguiente.

Aunque compartía en parte el enojo, definitivamente no estaba de acuerdo con el castigo y discretamente advirtió a su también compañero lo que le esperaba.

Se sentía el chico a quien de alguna manera apreciaban, pero nadie convocaba.

Creció, siguió estudiando y en los últimos años de Facultad, hubo un profesor que, sin saberlo, lo inspiró a desear y buscar un cambio.

Terminada la Universidad, se tomó un tiempo sabático que le dio espacio para reflexionar y proyectar su futuro.

Durante el proceso vinieron a su mente, como flashes, frases que su maestro fue diciendo, en distintos momentos, mientras asistió a sus clases.

Abrir la ventana… volver a ver y mirar… descubrir lo distinto en lo cotidiano… dejar los propios juicios respecto a los demás… soltar y hacer espacio para que algo nuevo nos invada… poder elegir… darse cuenta… distinguir qué quiero en realidad… aprender a amarse de verdad… reconocerse y valorarse… los demás son iguales a mí en derechos y obligaciones… dar oportunidades… compartir… seguir caminando… abrir el corazón y ofrecer el alma… perdonarse y perdonar… ser humilde… confiar…

Todas estas frases reunidas ahora en su mente comenzaron a tener sentido y fue el principio del cambio.

Se sintió libre, independiente de la opinión de los demás.

Experimentó claridad y aceptación al asumir que, en el devenir del tiempo y sus circunstancias, hay mucho que no depende de su voluntad o decisión y, sin embargo, lo arrastran a pesar suyo.

Mas a la luz de su nuevo yo, sí puede decidir qué lugar ocupan en él, qué hacer con eso, y buscar sus posibilidades de resolver.

Llegó a la real intuición de que todo lo que necesita está en su interior… sólo tiene que buscarlo y encontrarlo.

 

Miriam Venezia

06/09/2025





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