Una carta que quizá no envíe
Me puse a reflexionar sobre lo que me diferencia de las
personas en mi entorno, y apareciste vos.
Me di cuenta de que, a pesar de los años compartidos,
no reconozco algunas de tus actitudes.
Pensé en tu relación con quien fue tu mejor amigo,
casi un hermano durante treinta años.
Como eran relaciones en común, creo entender un poco
sobre ambos; y tengo la sensación de que, cuando me lo diga en voz alta, se ajustará
el último nudo en el moño de este paquete.
Él te compartía su vida entera, abiertamente, incluidas
las diferencias con su pareja que era el centro de su existencia; aunque le
llamaba la atención, inconscientemente según cuenta, que siempre tratabas de
justificarla ante cualquier comentario.
Seguramente creerías que era la forma de ayudarlo a
reflexionar.
En algún momento te disculpaste argumentando que no
deberías opinar, a lo que él te respondió que era su responsabilidad, ya que te
pedía que lo hicieras.
Debió ser difícil, siendo que ella también se había
convertido en tu amiga.
Él confiaba en vos.
Creo que lo que nunca consideraste es que no tenía la
obligación de actuar acorde a lo que le decías, tanto que, a veces, te enojabas
y hasta se lo reclamabas si eso sucedía.
Finalmente se separó y, no sé yo los motivos, lo
fuiste dejando de lado, mientras seguías tu amistad con ella.
Después de unos años, también te separaste.
Al tiempo estaban juntos. Estabas en pareja con la ex
esposa de tu otrora mejor amigo.
Hoy se siente que, en el fondo, hacía años que te pasaban
cosas con ella, considerando algunas circunstancias que hacían ruido en el
inconsciente. Y no digo que fuera adrede, quizá ni lo pensabas, amén de no
cuestionarte siquiera las consecuencias de tus actitudes.
Antes, el transcurrir de los acontecimientos fue
favorecido con el subyacente beneficio de la duda, ya que había, en este grupo,
mucho compartir amistad, familia y actividades en común, suficientes para que
influyeran, quizá, en borronear ciertos límites.
Según refiere nuestro ex común amigo, al momento de su
separación, tuvo claro que todos eligieron por ella, asumió que no les dio el
cuero para conservar ambas amistades, y supo que les resulta incómodo que
estuvieran en los mismos eventos. Fue entonces cuando se quedó solo.
Pensar que eran amigos desde antes de que la
conociera.
Lo que sí le molestó, sin dudas, fue enterarse por
terceros sobre la nueva pareja; ninguno de los dos tuvo la consideración y
honestidad de decírselo personalmente. Los consideró cobardes y, en nombre de
lo vivido con cada uno durante tantos años, se sintió irrespetado.
La separación fue para él un verdadero duelo, toda su historia
con ella inundó sus pensamientos, y como lava escupiendo intempestivamente, volvieron
recuerdos de situaciones que no cerraban demasiado y ahora explican muchas
cosas. Se sintió traicionado, mas con el tiempo pudo sanar su alma y poner un
manto de piedad y perspectiva sobre lo sucedido.
Sentí empatía con él.
Estas son reflexiones sobre actitudes y vivencias en común, por supuesto
desde mi óptica, y que no sé si te compartiré algún día.
No te juzgo, no me corresponde; hace tiempo comprendí
que cada quien hace lo que puede con lo que tiene en cada momento.
Tampoco digo que lo mío sea “la verdad”. En todo caso
es lo que sentí desde afuera.
Conservo y trato de fomentar los valores que adquirí y
elijo desde hace mucho tiempo, y sigo en constante aprendizaje.
Soy consciente de mi responsabilidad en cuanto a que,
también yo, de alguna manera, te vi como ejemplo o modelo a seguir, y agradezco
lo aprendido en esos momentos.
Mas ahora estoy feliz, no sólo por la persona que estoy construyendo, sino por darme cuenta de lo diferentes que somos todos.
Miriam Venezia
31/08/2024
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